En plena cordillera catamarqueña se encuentran agrupados más de 14 cerros con una altura mayor a los 6000msnm, que llevan el nombre de Seismiles. Encabezando la lista, el Pissis, un volcán inactivo que se impone en el paisaje con su cima de 6882msnm.
Estas cumbres son importantes desafíos para montañistas expertos.
El seismil más difícil y temible es el Ojos del Salado, un volcán cuyas fumarolas advierten su vigilia.
Varios de estos picos fueron escenarios de largas peregrinaciones y particulares ceremonias de las culturas andinas. Los antiguos habitantes de estas zonas reconocían algunas elevaciones como sus protectores, los Apus, o lugares en donde moraban seres sobrenaturales a quienes dedicaban ofrendas y sacrificios. Jóvenes incas eran elegidos para el ritual acompañados de un ajuar festivo, con alimentos y bebidas para intervenir en la decisión de seres que podían, dañina o beneficiosamente cambiar sus destinos.